lunes, 12 de agosto de 2013

The Jelly-bean

Otra historia de F. Scott Fitzgerald, The Jelly-bean. Después de los párrafos en inglés aparece nuestra propia traducción al español, y algunas definiciones para aclarar algunos términos

Jim Powell was a Jelly-bean. Much as I desire to make him an appealing character, I feel that it would be unscrupulous to deceive you on that point. He was a bred-in-the-bone, dyed-in-the-wool, ninety-nine three-quarters per cent Jelly-bean and he grew lazily all during Jelly-bean season, which is every season, down in the land of the Jelly-beans well below the Mason-Dixon line.
Now if you call a Memphis man a Jelly-bean he will quite possibly pull a long sinewy rope from his hip pocket and hang you to a convenient telegraph-pole. If you Call a New Orleans man a Jelly-bean he will probably grin and ask you who is taking your girl to the Mardi Gras ball. The particular Jelly-bean patch which produced the protagonist of this history lies somewhere between the two—a little city of forty thousand that has dozed sleepily for forty thousand years in southern Georgia occasionally stirring in its slumbers and muttering something about a war that took place sometime, somewhere, and that everyone else has forgotten long ago.
Jim was a Jelly-bean. I write that again because it has such a pleasant sound—rather like the beginning of a fairy story—as if Jim were nice. It somehow gives me a picture of him with a round, appetizing face and all sort of leaves and vegetables growing out of his cap. But Jim was long and thin and bent at the waist from stooping over pool-tables, and he was what might have been known in the indiscriminating North as a corner loafer. "Jelly-bean" is the name throughout the undissolved Confederacy for one who spends his life conjugating the verb to idle in the first person singular—I am idling, I have idled, I will idle.

Jim was born in a white house on a green corner, It had four weather-beaten pillars in front and a great amount of lattice-work in the rear that made a cheerful criss-cross background for a flowery sun-drenched lawn. Originally the dwellers in the white house had owned the ground next door and next door to that and next door to that, but this had been so long ago that even Jim's father, scarcely remembered it. He had, in fact, thought it a matter of so little moment that when he was dying from a pistol wound got in a brawl he neglected even to tell little Jim, who was five years old and miserably frightened. The white house became a boarding-house run by a tight-lipped lady from Macon, whom Jim called Aunt Mamie and detested with all his soul.
He became fifteen, went to high school, wore his hair in black snarls, and was afraid of girls. He hated his home where four women and one old man prolonged an interminable chatter from summer to summer about what lots the Powell place had originally included and what sorts of flowers would be out next. Sometimes the parents of little girls in town, remembering Jim's mother and fancying a resemblance in the dark eyes and hair, invited him to parties, but parties made him shy and he much preferred sitting on a disconnected axle in Tilly's Garage, rolling the bones or exploring his mouth endlessly with a long straw. For pocket money, he picked up odd jobs, and it was due to this that he stopped going to parties. At his third party little Marjorie Haight had whispered indiscreetly and within hearing distance that he was a boy who brought the groceries sometimes. So instead of the two-step and polka, Jim had learned to throw, any number he desired on the dice and had listened to spicy tales of all the shootings that had occurred in the surrounding country during the past fifty years.
Jelly Bean, sheet music cover, 1920. Wikipedia
He became eighteen. The war broke out and he enlisted as a gob and polished brass in the Charleston Navy-yard for a year. Then, by way of variety, he went North and polished brass in the Brooklyn Navy-yard for a year…

Traducción
Jim Powell era un vago. Aunque quisiera adornarlo y hacerlo más atractivo sería inescrupuloso engañarlos. Era ciento por ciento vago, y creció vago, en todas las estaciones del año, allí detrás de la linea Mason-Dixon.
Ahora si llamaras a un hombre de Memphis vago posiblemente te colgaría del poste de un telégrafo. Si hicieras lo mismo con uno de New Orleans se sonreiría y preguntaría quien está llevando a tu chica al baile de Mardi Gras. El pedazo de tierra donde nació este vago se sitúa en el medio – una ciudad chiquita de cuarenta mil que había dormitado por cuarenta mil años en el sur de Georgia, ocasionalmente murmurando algo acerca de una guerra que había tenido lugar en algún momento y lugar, y que todos habían olvidado hacía mucho tiempo.
Jim era un vago. Lo repito porque me dá la idea de una historia de hadas con Jim, con su cara redonda y hambrienta, y su gorra, de donde salían diferentes hojas y vegetales. Pero Jim era flaco y alto. Encorvado de tanto jugar al pool y lo que en el norte se llamaría un vago. Vago es el término que se usa en la confederación para alguien que conjuga el verbo vagar: estoy vagando, he vagado, voy a vagar.
Había nacido en una casa blanca en una esquina verde. La casa tenía cuatro pilares viejos en el frente y una gran cantidad de mampostería en la parte de atrás que convertían en una alegre combinación el patio bañado por el sol. Originalmente los habitantes del lugar habían sido los propietarios de los terrenos adyacentes, pero esto había sido tanto tiempo atrás que el propio padre de Jim apenas lo recordaba. Lo había considerado de tan poca importancia que cuando estaba muriendo de un tiro de pistola no le dijo nada a Jim, quien tenía solo cinco años y estaba muy asustado. La casa blanca se convirtió en una pensión manejada por una señora de Macon a quien Jim llamaba tía Mamie y odiaba con toda su alma.
A los quince años fue a la secundaria, con el pelo negro despeinado y miedo a las chicas. Odiaba su casa donde cuatro mujeres y un viejo hablaban sobre las tierras en Powell y las flores en la próxima estación. Algunas veces los padres, recordando a la madre de Jim, lo invitaban a las fiestas, pero su timidez lo forzaba a preferir el garage de Tilly donde jugaba o se hurgaba la boca con una pajita. Para ahorrar dinero para sus gastos personales Jim se dedicaba a hacer una que otra changa. Así dejó de asistir a las fiestas y se hizo ducho en tirar los dados y empezó a escuchar jugosas historias de duelos y tiroteos en el condado de los últimos cincuenta años.
A los dieciocho años, cuando la guerra estalló, se alistó en la armada de Charleston por un año. Luego, para variar, se fue al norte y se alistó en la armada de Brooklyn… (Traducción propia)

Vocabulario
Jelly beans: pequeñas grajeas en forma de porotos hechos de una cubierta de dulce y jalea en el interior, que vienen en diferentes sabores.
En Estados Unidos entre 1910 y 1920 un “jelly-bean” era un joven que se vestía a la moda para atraer mujeres pero que no tenía nada más para recomendar, similar a los términos más viejos “dandy” y “fop”, y al término un poco más moderno “drugstore cowboy”.
Mason-Dixon line: linea demarcatoria entre Pennsylvania, Maryland, Delaware y West Virginia. Esta linea simboliza un límite cultural entre los estados del norte y del sur de Estados Unidos.
Memphis: ciudad en el sur oeste del estado de Tennessee.
New Orleans: la mayor ciudad y puerto en el estado de Luisiana.
Mardi Gras: se refiere a los eventos de carnaval. Proviene del francés.
Macon: ciudad ubicada en el centro de Georgia.

Para leer más
Tales of the Jazz Age
Jelly beans

Fuentes
Wkipedia. The Free Encyclopedia
Farlex. The Free Dictionary

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